En la primavera del año 2019, RTVE formó un equipo específico con personas de distintos perfiles para participar en Comprobado, un proyecto colaborativo en el que estaban dieciséis medios de comunicación, coordinados por First Draft[1] y Maldita.es[2], para luchar contra la desinformación política de cara a las elecciones generales, autonómicas y europeas.

De modo más amplio se decidió que los objetivos serían verificar aquellas posibles informaciones falsas y bulos que se estuvieran difundiendo por las redes sociales, que incitaran al odio hacia algún colectivo o que pusieran en peligro la salud pública o la paz social, acudiendo siempre que fuera posible a la fuente primaria. Las verificaciones debían basarse en datos o hechos comprobados de manera independiente.

En una segunda fase, en el mes de noviembre, se hizo un seguimiento de la campaña electoral ya únicamente desde RTVE y este año, desde el pasado mes de marzo de nuevo se activó la unidad para tratar todo lo relacionado con la pandemia del coronavirus.

Verificación de la información

La verificación digital no es más que el conjunto de técnicas y recursos digitales para la comprobación de contenidos difundidos en las distintas redes sociales y medios de comunicación.

Usamos en principio lo que se denominan investigación en fuentes abiertas (OSINT). Esto no es algo raro o misterioso. Es lo que se hace por ejemplo cuando buscamos algo en Google. De esta manera obtenemos información que luego estructuramos: búsqueda, comprobación y si hace falta monitorización después, son los pasos que siguen los verificadores. En esa búsqueda va ser muy importante encontrar los datos y fuentes primarias y para ello conviene tener una buena caja de herramientas multiusos para bucear en Internet a la búsqueda de los materiales que permitan dilucidar si estamos ante un hecho cierto o una falsedad.

Tenemos que tener en cuenta una primera cuestión un poco frustrante: es más fácil montar un bulo que desmontarlo y esto tiene que ver un poco con la dicotomía verdadero/verosímil. Es una tentación muy grande en el mundo actual construir un relato verosímil muy atractivo y creíble que atraiga la atención y los likes, dejando atrás la realidad más prosaica.  Junto a ello hay también una realidad que no debemos perder de vista: hay un peligro en el mundo de la verificación, un efecto rebote indeseado, al hacer visible rumores o bulos que no estaban muy presentes y sólo se movían en círculos muy reducidos. Informar de ellos demasiado pronto, les da un oxígeno innecesario a rumores o contenido engañoso, que de otra manera se desvanecerían por falta de “oxígeno”.

La verificación de la información no es algo nuevo en el periodismo. En las redacciones tradicionales, los textos eran revisados en múltiples ocasiones antes de su publicación para asegurar la veracidad de los hechos y la precisión con la que estaban escritos. Pero desde la década del 2000, comenzó a surgir un tipo diferente de verificación de hechos posterior a su publicación, esta vez enfocada en declaraciones hechas por figuras públicas.

El fact-checking como lo conocemos hoy surgió en 2003, con el lanzamiento del sitio Factcheck.org en Estados Unidos.

La práctica fue creciendo y hoy los verificadores del mundo tienen una red de colaboración internacional (la International Fact-Checking Network – IFCN, del Poynter Institute), un código de principios, una cumbre global anual e inclusive un día internacional del fact-checking, que se celebra el 2 de abril.

¿Noticias falsas?

“Noticias falsas” o fake news es un término totalmente desvirtuado, pues se ha convertido en un arma arrojadiza entre políticos y además no da una idea cierta del fenómeno global al que nos enfrentamos ya que hay muchos matices y tipos de desinformación.

Pero sí es interesante aclarar algunos conceptos que se están empleando últimamente:

DESINFORMACIÓN: proporcionar información manipulada o insuficiente para lograr ciertos fines en orden a distorsionar la percepción de la realidad.

NOTICIAS FALSEADAS: relatos falsos que parecen ser noticias, difundidos por cualquier canal de comunicación, generalmente para influir en opiniones u opciones de consumo.

POSVERDAD: también llamada “mentira emotiva” o “posfactual”. La apariencia de verdad es más importante que la verdad: hechos falsos, tergiversados o inventados que apelan a llevar el proceso de toma de decisiones al plano emocional, con minimización del componente racional de análisis de evidencias.

INFODEMIA: sobreabundancia de información –algunas precisas y otra no– que le hace difícil a las personas encontrar fuentes y orientación fiable cuando la necesitan. 

La falta de verdad y la intención maliciosa de engañar se cruzan dando lugar a tres subconjuntos que en el manual de First Draft se denominan misinformation, disinformation, malinformation. No tenemos en español términos tan concluyentes, pero podríamos traducirlos como información errónea, información falsa e información manipulada:

Información errónea (misinformation). Información creada sin intención maliciosa, pero que incurre en errores, por descuido en el caso del público, o malas prácticas en el caso del periodismo profesional, y la información satírica que es tomada por verdad y compartida por el público.

Información falsa (disinformation). Es la información intencionalmente falsa creada con una intención maliciosa, para ganar dinero, lograr ventaja e influencia política o promover alguna forma de desorden.

Información manipulada (malinformation). Información basada en la realidad, pero que se deforma o encuadra maliciosamente.

¿Y quiénes son los generadores o artífices? Pues son los partidos políticos, los grupos económicos, gobiernos, empresas, servicios de inteligencia, pero también pueden ser ONGs y movimientos sociales y por supuesto personas individuales con buena fe o sin ella.

Origen y difusión de la desinformación

La difusión normalmente sigue la forma de trompeta, en un proceso de amplificación desde cuando nace en un sitio web poco conocido o en un foro, pasa luego a redes sociales y a veces acaba en medios de comunicación profesionales, aunque las redacciones están luchando para capacitarse ante los nuevos retos.

El caldo de cultivo de las noticias falsas suele encontrarse en pequeños blogs y foros de la red como Foro Coches, 4chan, Tumblr, Reddit, así como plataformas de mensajería como Whatsapp o Telegram y grupos de Facebook. Pero este es un mundo cambiante.

También debemos ser conscientes de que la presencia de desinformación en algunos países obedece a una campaña programada que sigue un patrón. Recordemos que hay un considerable número de gobiernos que propagan desinformación. Según un informe de la Universidad de Oxford, en 2019 hubo campañas de desinformación en al menos 70 países -casi el doble que el año anterior, cuando fueron 40- y no todos son países con tintes políticos autoritarios.

Según el Centro Criptológico Nacional [3], se observan cuatro fases para desestabilizar la opinión pública de un estado:

– Analiza y detecta vulnerabilidades sociales y políticas de un país. Explota caldo de cultivo de asuntos que en la dinámica de un país ya generan confrontaciones en la opinión pública. Se trata de alimentar debates y enfrentamientos ya existentes que pueden polarizar una sociedad.

– Creación de narrativas transmedia. Se crean unos guiones y narrativas capaces de generar resonancia y movilización. Pensadas para ser distribuidas a través de diferentes personajes y medios adaptándose a los colectivos a los que van dirigidos.

– Creación de una red de medios propios. En marketing se habla mucho de medios propios, medios pagados (anuncios) y medios ganados (no pagados de modo directo). La combinación de los tres es lo óptimo.

– Último paso. Distribución segmentada en entornos digitales. Uso de minería de datos, big data, inteligencia artificial e incluso bots.

El caso de Cambridge Analytica es un ejemplo claro de una campaña programada en este sentido que condujo al Bréxit.

Por eso, desde RTVE, se ha centrado la lucha actual en:

  • Temas de consumo y consejos que afecten a la ciudadanía: siempre se da prioridad a aquellos temas que tengan que ver con pseudo recomendaciones médicas para tratar el coronavirus, así como posibles fraudes.
  • Temas que resulten alarmistas y que vayan en contra de la tranquilidad de las personas (actuaciones y decisiones del gobierno, comportamiento ciudadano…)
  • Temas que atenten contra la ciberseguridad (phishing).      
  • Temas que atenten contra la dignidad de una persona, como poner en su boca palabras que no ha proferido (tanto en audios, como en memes o publicaciones en redes sociales falsas o de origen paródico sacados de contexto)
  • Aquellas en las que se suplante a un medio de Comunicación, Institución u organismo.

Queda un largo camino por delante y la única buena noticia es que cada vez más los gobiernos, ciudadanos y organizaciones internacionales son conscientes de la importancia de esta lucha. Los riesgos de la manipulación de la opinión pública cada vez son más evidentes y la lucha debe comenzar ya desde las escuelas y la formación secundaria, pues una educación y formación sólida es la primera vacuna para luchar contra esta enfermedad.


[1] First Draft es un proyecto “para combatir la desinformación y la desinformación en línea” fundado en 2015 por nueve organizaciones reunidas por el Laboratorio de Noticias de Google. https://firstdraftnews.org/

[2] Maldita es un medio nativo digital, sin ánimo de lucro, fundado en 2018 aunque tiene su germen en redes sociales como Maldita Hemeroteca ya en 2014.

[3] https://www.ccn-cert.cni.es/informes/informes-de-buenas-practicas-bp/3549-ccn-cert-bp-13-desinformacion-en-el-ciberespacio/file.html

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